dijous, 30 d’abril del 2009

Críticas críticas

Hace unos días hice un comentario en este blog sobre el torneo de Sant Andreu. En ese comentario escribí que, en la medida en que yo pueda hacerlo, evitaré en El Prat una situación que obligue a desalojar la sala de juego y que una parte de cualquier torneo se juegue a puerta cerrada mientras el resto de participantes y el público potencial espera fuera que se dilucide el ganador o ganadora.

Esto ha hecho que se produzcan una serie de comentarios criticando este hecho, la duplicada a puerta cerrada, y de respuestas de nuestro amigo Santiago Rosales. Sobre todo esto, quería hacer algunos comentarios.

El primero, agradecer todos los comentarios que cualesquiera quieran hacer. Para un blog que no conoce casi nadie y que no aparece en las listas de blogs de los sitios mayoritarios es importante saber que hay personas que lo leen y que participan.

En segundo lugar, me gustaría decir que hay que tener cuidado con el tono de las críticas que hacemos. Aunque no haya insultos ni falta de respeto, que no los hay, se nos puede ir la mano y a veces acabamos haciendo comentarios demasiado acerados que pueden molestar. Todas las personas que organizan torneos de scrabble lo hacen desinteresadamente y hacen un gran esfuerzo. Y debemos mimar a esas personas para que sigan haciéndolo y nos permitan poder disfrutar de competiciones de scrabble de tanta calidad como el torneo de Sant Andreu. Por eso, una vez más, doy las gracias a Santi y al resto de la organización de Sant Andreu las gracias por su esfuerzo y por su cariño.

Esto, sin embargo, no nos debe impedir en ningún caso efectuar las críticas que nos parezcan necesarias. Por eso, y esto no sólo ha pasado en este blog, no debemos nunca dar la impresión de que no aceptamos la crítica. La crítica es necesaria y buena. Negarla sólo nos empobrece. Y sólo se critica aquello que merece la pena y que queremos que sea aún mejor. Y las personas que tienen responsabilidad en la organización del scrabble y que, quizá, pueda tener aún más responsabilidad en el futuro, deben aceptar las críticas. Y pensar que son normales. Aunque no les guste.

Por último, no me parece justo decir que no ha habido ninguna queja sobre el hecho de que las duplicadas finales de los torneos se hagan a puerta cerrada. Desde el primer momento en que lo supe me pareció muy mal. Y si hace falta ser más claro lo seré, esperando que nadie se sienta ofendido. A principios de año pagué religiosamente la cuota de la AJS a pesar de que sabía que competiría en muy pocos torneos. En Sant Andreu también pagué la inscripción. Por eso cuando se me invitó a salir de la sala de juego a pesar de que nunca he protagonizado ningún problema en ningún torneo y siempre he estado dispuesto a seguir todas las indicaciones de los organizadores o de los jueces –ni siquiera he ido al lavabo en medio de una partida para nos molestar a mis contrincantes- me sentí muy mal. Como si fuese culpable de algún delito desconocido o fuese a protagonizar alguna acción deleznable. Como si hubiese probado la fruta prohibida. Y no sólo pienso en mí, creo sinceramente que este juego debe abrirse a la sociedad y tener cada vez más practicantes y decisiones como ésta van en sentido contrario, a cerrar el juego y la organización sobre sí misma. Y eso no es bueno.

Eso no quiere decir, en ningún caso, que la responsabilidad de esta decisión deba recaer exclusivamente sobre la organización de Sant Andreu que, estoy seguro, obró siempre de buena fe.